Obtención del suero


De todas las fracciones que componen la sangre elegimos el suero. Podíamos haber seleccionado el plasma sanguíneo, pero lo descartamos porque éste posee fibrinógeno, unas de las proteínas encargadas de la coagulación sanguínea. El suero es un líquido amarillento, en él se encuentran los elementos menos densos, como por ejemplo, pequeñas proteínas, hormonas u otras moléculas que pensamos que pueden colaborar en el proceso de cicatrización.

Una vez analizada la información sobre la separación del suero sanguíneo del resto de la sangre, diseñamos tras varias pruebas, una receta. Ésta estaba basada en coagular la sangre y, posteriormente, retirar el sobrenadante, es decir, el suero. Para realizar este proceso, seguimos los siguientes pasos:


1. Incubamos la muestra de sangre a 37º C durante 1 hora.

2. Posteriormente, refrigeramos a unos 4º C durante media hora.

3. Seguidamente, centrifugamos a unas 3000 g durante 45 minutos.





¡Y obtuvimos el siguiente resultado! Un coágulo rodeado de líquido amarillento, nuestro deseado suero.







Para finalizar, con una jeringuilla, separamos con mucho cuidado el suero del coágulo.